Mi amigo Pablo (I)

Hay momentos en la vida de las personas en que sabemos valorar el terruño que nos vio nacer y donde transcurrió parte de la existencia misma de esos años de la tierna y alocada juventud. Hoy los llevo a conocer una persona que, salio de su pueblo natal a buscar nuevos horizontes y regreso por recomendación médica a la tranquilidad, al reposo, pensionado se establece nuevamente en las montañas de Pueblo Cumarebo. ¡Ay que lindo es viajar a Pueblo Cumarebo! Pueblito que acaricia con su brisa suave al visitante, lo embriaga con sus aguas que salen de las entrañas de la tierra, agua pura, agua potable, su agricultura nos muestra las bondades de la tierra y su gente su calor humano. Caminar por las calles de este pequeño pueblo nos muestra una inusitada quietud de sus habitantes, pareciera que no viviera nadie, los ruidos del viento un poco fantasmagóricos dada la cantidad de árboles frondosos que arropan ala pequeña villa, pero es un pueblo acogedor. En su plazoleta sale de la montaña un chorro de agua viva, como si nos estuviera indicando aquí hay vida, aquí la madre tierra te protege, la pachamama como dirían mis hermanos peruanos. Salir de Coro la ciudad donde vivo al norte del sur para ir a visitar a mí amigo Pablo, así se llama a la persona que quiero que conozcan a través de historias, vivencias y anécdotas contadas por él, nos lleva aproximadamente 45 minutos hasta adentrarnos a la montaña con un clima sabroso y con un potencial turístico inmenso. Cuando quieras visitarnos puedes venir con confianza, yo te acompaño.
Me toco dictar un taller donde Pablo asistía como alumno, y una de las tareas que había que realizar era hacer un escrito sobre “Mi sueño por mí comunidad”. Pablo escribió…”El sueño hacia la comunidad ideal Pueblo Cumarebo”. Inicia su narrativa mí querido amigo de ésta forma…”El haber nacido, pasado parte de mí infancia, mantenido contacto permanente y actualmente vivir en este hermoso y pintoresco Pueblo Cumarebo; me dan basamentos firmes y sustentables para opinar, exponer, criticar, comparar, mejorar y soñar sobre lo que fue, es y puede ser mí pueblo”.
Continúa en su afán de compartir con nosotros esa preciosa leyenda diciendo…”Con bastante respeto y admiración valoro la vivencia de mis antepasados, las costumbres y tradiciones que particularmente identificaron a esta región, y que, lamentablemente hoy en día se han transformado u olvidado. Pero, lo más triste e incomprensible es el estado de abandono e indolencia en el que se encuentra sumido en la actualidad: vialidad en mal estado, sin fuentes de trabajo, niñez abandonada, juventud desorientada, deficiencias de servicios públicos, desaprovechamiento de los recursos naturales, falta de lideres a todos los niveles, abandono de las tradiciones y raíces, falta de solidaridad y desintegración familiar, etc., etc., etc…”.
Prosigue con una inusitada habilidad para describir lo que pasa en su entorno inmediato, analizando y proponiendo a quienes lo leímos con atención…”Se hace necesario recordar que, el empuje y crecimiento de los pueblos van en proporción al aporte que a todos los niveles, genere cada habitante. Y que, la familia, siempre ha sido y será la base de la sociedad. Anhelo ver a cada habitante aprovechando cada oportunidad, superándose, creando, aportando y consolidando el núcleo familiar, dándolo a conocer y sobretodo preservándolo para futuras generaciones”. Es que acaso Pablo mí amigo ve peligrar, insistentemente nos habla del rescate y del aporte que cada uno de nosotros tiene que hacer. Estamos concientes de esa realidad, o será que andamos por qué vemos a los demás andar, que triste sería que despertáramos y otros estuvieran decidiendo por nosotros, por nuestros hijos, por nuestro país. En el taller, yo preguntaba cuantas horas le dedicas a trabajar por tú país, la respuesta no de hacía esperar nada, será cuestión de cultura o de comodidad. En la próxima parte seguiremos hablando de realidades que duelen.
“El sol empieza a declinar sus destellos, la cotidiana tranquilidad que ha caracterizado en este hermoso rincón del Estado Falcón se ha tornado entusiasta y festiva. La herencia cultural y religiosa que proviene de nuestros antecesores, nuevamente se manifiesta con la celebración del día de San Pablo. Es decir, aquí en Pueblo Cumarebo, son las 4:30 minutos de la tarde del 29 de Junio de 1946 y en el Hospital de la Creole Petroleum Corporation nace un niño que llevará por nombre Pablo Luís, que posteriormente se convertiría en mí amigo Pablo. ¡quiéranse!

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