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Mostrando las entradas de agosto 15, 2010

Destino de un niño negro (VII)

Mis padres biológicos se habían mudado a Punto Fijo en la Península de Paraguaná, mi papá era comerciante, tenía varias casas y varios negocios, abasto, tienda de ropa, carnicería y una venta de licores. Mi madre hacía comida para los que trabajaban en las compañías petroleras, era el momento del fenómeno petrolero. La responsabilidad de este fenómeno debe atribuirse, en primer lugar, a la influencia directa que desde el primer momento tuvo sobre la población total de la Península de Paraguaná el desarrollo de las actividades petroleras ya que fueron, naturalmente, los contingentes humanos del distrito Falcón los primeros en aportar la fuerza de trabajo no calificada necesaria en los centros petroleros. En la Península de Paraguaná operaban las refinerías de la compañía CREOLE de Venezuela, ubicada en Amuay, y de la compañía SHELL de Venezuela, ubicada en Punta Cardón. También operaba la MENE GRANDE OIL Co. Aunque solamente a efectos de almacenaje, estando instalados los tanques en el

Destino de un niño negro (VI)

Cuando estaba en el colegio en sexto grado, obtuve el segundo puesto en un “Concurso literario”, promovido por el Centro Cultural “José Heriberto García de Quevedo” con ocasión de la semana del árbol (Coro, a los 22 días del mes de agosto de 1.957). El premio que me dieron fue un libro sobre “Bolívar”, 32 lecciones para jóvenes americanos, “Culto Bolivariano”, su autor Antonio Arraiz (1.952). Del ideario de bolívar recuerdo, la carta a Simón Rodríguez, “Usted formo mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso”. Otra del ideario de Bolívar que leía a menudo, que reflejaba su grandeza, “la gloria está en ser grande y en ser útil”. Este libro lo conservo desde entonces y actualmente está en mi biblioteca personal. El trabajo, ¡Oh el trabajo! Había una mística exagerada del trabajo, si bien es cierto que Dios ha dotado al hombre de inteligencia, le ha otorgado también el modo de acabar de alguna manera su obra, todos somos creadores. Tener esperanzas, sufr

Destino de un niño negro (v)

Cuando escribo esto, recuerdo el poema de Gertrudis de Avellaneda, “La tumba y la rosa”, estaba en mi libro de Gramática Española texto de Castellano de quinto grado, que decía así: Dice la tumba a la rosa: “¿Qué haces tú, preciada flor, Del llanto que el alba hermosa Vierte en tu cáliz de amor?” Y la rosa le responde: “¿Qué haces, di, tumba sombría, De lo que tu seno esconde Y devora cada día?” “Yo, perfume doy al suelo Con el llanto matinal. -Y yo un alma mando al cielo De cada cuerpo mortal”. Para ganar dinero, haciendo labores en la casa como los mandados a la bodega, ir a la vecina a buscar o llevar algo, moliendo el maíz para hacer las arepas y pare de contar. Pero también me las ingenie, ya que mi familia era muy numerosa y unida, y todos los domingos venían hombres y mujeres a visitar a mis abuelos; a mis tíos les ponía el cajón de limpia botas y por cada limpiada me daban 0,50 céntimos de bolívar; después no solo eran los zapatos, sino que lavaba los vehículos de dos tíos que

Destino de un niño negro (IV)

No todo era color de rosas, como dicen en mi país, mi familia paterna que me crió eran muy estrictos, exigentes hasta por demás; si hacía algo que no les gustaba o me portaba mal, me infringían un castigo muy severo, o me pegaban con un mandador que era una verga de toro retorcida o me encerraban en el cuarto oscuro, un cuarto sin iluminación, que se usaba para guardar comida, era como la despensa de la casa, allí me dejaban de 1 a 2 horas encerrado con candado, ese tiempo no paraba de llorar. Recuerdo que mi abuela me mostraba el mandador, y me decía, mira lo que está allí, “Pedro moreno que quita lo malo y pone lo bueno”; cuando pude, agarré esa verga y la hice desaparecer para siempre. A medida que iba creciendo, tenía que ganarme las cosas, tenía que trabajar, no podían verme un rato libre, inmediatamente me mandaban a hacer algo; decían “la ociosidad es la madre de todos los vicios”, eso era para mantener mi mente y mi cuerpo ocupados. Cuando necesitaba ropa, una camisa, un pantal

Destino de un niño negro (III)

En los años cincuenta, la dictadura militar que gobernaba mi país en cada fiesta patria se realizaban desfiles militares, donde los colegios y las escuelas tenían que participar. En nuestro colegio teníamos un régimen casi militar, teníamos una “Banda de guerra” dirigida por el padre consejero que para ese momento era el padre Ribolta, yo era integrante de la banda tocaba los platillos. Ensayos todas las semanas y cuando se acercaba un desfile ensayábamos todos los días varias horas. Éramos la mejor banda de guerra de todos los colegios y escuelas para ese momento. Hay varias cosas que vienen a mi memoria y quiero compartir, una de ellas era mi salud, padecía de bronquitis asmática, tuve una recaída muy fuerte y el médico el doctor Mastrandrea me comunico que no podía seguir jugando Fútbol y que tenía que suspender para siempre hacer deporte. A mi familia no le dije nada, cuando me mejoré seguí practicando mi deporte favorito. Otra de las cosas que recuerdo, es que en el colegio compet

Destino de un niño negro (II)

Un día cuando regresaba del colegio, unas amigas de mis tías maestras estaban de visita en mi casa; yo llegue, buenas tardes, permiso y pase; no había recorrido mucho cuando escuche decir, y ese negrito quién es, es el hijo de José del Carmen, ¡de José! Pero si José es un catire ojos verdes; A partir de allí, me traumatice, nunca me había fijado en mi color, ya que vivía en una casa que todos eran blancos o catires; eso me pego mucho, me dolió descubrir que era un niño negro. Estando en el colegio, el padre Bergamín se me acerco y me dijo, que te pasa, hace días que no eres el mismo, cuéntame, hecha para fuera para que te sientas aliviado. Yo no me atrevía a hablar; hasta que me convenció y le conté todo, a partir de allí se convirtió en mi psicólogo y pude lograr superar aquello que me aterraba. Todo esto me lleno de coraje para enfrentar lo que venía, me toco un maestro allí en el colegio que era racista el padre Basse italiano y me marginaba del equipo de Futbol y metía a un compañe

Destino de un niño negro (I)

Dicen que el destino de un niño solo Dios sabe que va ser de él, nací en una ciudad colonial de casas de adobe y bahareque, las calles de tierra, de piedra o en la mayoría de los casos de cemento, con un alumbrado por las noches que parecían tizones (un palo de leña encendido). De padres campesinos, humildes y para completar pobres. Mi madre, una negra afro descendiente y mi padre un catire (rubio) descendiente de españoles, ojos verdes, que mezcla Dios mío. En la familia de mi padre había racismo, a mi madre no la querían porque era negra. Cuando yo nací, mi abuela paterna que el menor de sus hijos se había ido para el cuartel (la colimba), quedo muy triste y abatida, al conocerme se enamoró de mí y dijo, este negrito es mío. Y así fue. Me llevaban todos los días a la casa de mi abuela, a las siete de la mañana salía Diego uno de los criados de mi padre, y a las seis de la tarde me recogían para llevarme de nuevo a casa de mi madre. Solo iba a dormir y al otro día, para casa de mi abu