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Mostrando las entradas de agosto 22, 2010

Destino de un niño negro (XIV)

Se despide el niño, con sus sueños y sus recuerdos, es todo lo que tiene, un tesoro que guardara para siempre. Miró pasar el tiempo, trabajando, estudiando, nunca se dio por vencido. Era un soñador, un bohemio, un poeta, un loco, no lo sé, pero sigo viendo la vida con esperanzas de algo mejor, lograr las cosas con mi esfuerzo, con mi dedicación y con mi entusiasmo. En mi familia paterna hay una descendencia de más o menos cuatrocientos años como criadores de chivos, eso me marco para siempre, he sido chivero y lo seré por siempre; en el legado que nos dejará tío Mante, en su libro de poemas (1950), hay uno que se titula “ANOCHECER”, que dice así: Está anocheciendo; El viento está dormido Entre las ramas, Y los pájaros Están dormidos En el bosque. La luna se asoma En el oriente; Disipando la oscuridad, Y los perros ladran alborotadamente; Y en el corral, Los chivos Y las “cabritonas” Se acarician amorosamente. Cesaron los afanes del día; Sólo en el corral Hay movimiento, Y de las carici

Destino de un niño negro (XIII)

Quiero compartir, aquellas vivencias de mi adolescencia en el campo, una vez que paría una cabra, al cabrito al día de nacido, se procedía a efectuar tocamientos con “creolina” sobre el ombligo, para evitar el ataque de la mosca del gusano. El cabrito era amamantado en las horas de la tarde, cuando llegaba la cabra al corral. El rebaño de cabras llegaba en primera instancia a la “majada” del Hato, situándose frente a los corrales. A eso de las 5:30 pm, comienza el “jopeo”, a las 6:00 pm las cabras han sido encerradas en el corral donde se encuentran sus crías hasta las 6:00 de la mañana siguiente, hora en la cual son soltadas, dejando a sus crías en el correspondiente encierro. El uso del “aceite quemado”, es decir, el aceite que extraíamos de la chencha (la camioneta de papá), se guardaba en botellas y en cada esquina del corral había una. Servía para todo, gusaneras, golpes y pare de contar. A los dos meses de nacido, se “señalaba”, media señal, marca que acreditaba al Hato la propie

Destino de un niño negro (XII)

Las zonas semiáridas presentan como principal factor limitante para el desarrollo de actividades agrícolas, la escasez de humedad. Las lluvias como ya lo he descrito, en estas condiciones son erráticas, concentradas en pocos eventos de alta densidad y poder erosivo, generando grandes volúmenes de escorrentía. La cantidad de humedad aportada por la precipitación en sitio, era insuficiente para el establecimiento de algún cultivo o para mejorar la sabana, produciendo más comida para los animales; mi padre y los campesinos aledaños, recurrían a una práctica heredada de nuestros antepasados, manejo del agua de lluvia y de escorrentía, cuya principal herramienta era las TOROBAS. Las TOROBAS son estructuras construidas con restos de árboles y ramas característicos de la zona (cují, dividive, cardón, etc.) y sirve para confinar: confinar el agua de lluvia caída sobre el conuco o un área de la sabana que se quiere desarrollar; encauzar, retener y distribuir el agua de escorrentía proveniente d

Destino de un niño negro (XI)

Cuando prosigo mi narración, recuerdo un poema de de Meléndez y Valdéz, “La lluvia”, que en primaria recitará: “Bienvenida, oh lluvia, seas A refrescar nuestros valles Y traernos la abundancia Con tu rocío agradable. Todo brilla y se renueva; De aromas se puebla el aire; Las tiernas mieses espigan Y florecen los frutales. Ven, pues; ¡oh! Ven, y contigo La rica abundancia trae”. Para completar, porque no había comida, había escasez; bajaba acompañando a un tío y sus compañeros rutinarios, a lo que se conocían como la “Boca del Cocuy” y la “Boca de Cujima”, dos sitios donde se podía pescar. Quedaban del Hato de mi padre, más o menos a 40 minutos en carro y atravesábamos el médano que quedaba antes de llegar a la playa. De vez en cuando el carro se atollaba y había que luchar con el desierto. Eran aguas de profundidad regular, cerca de la costa, en la media noche o también de 3 a 4 de la madrugada. La pesca era una actividad artesanal, los instrumentos que se utilizaban era el chinchorr

Destino de un niño negro (X)

En estas tierras secas era sabido que poco se podía esperar de las lluvias para las actividades agropecuarias; a no tratarse de la cría de caprinos, que era lo que mi padre hacía. Pero él, tenía un conuco, al aproximarse la época de lluvia, se limpiaba y estábamos listos para cuando cayeran los primeros chaparrones, sembraba frijol, maíz, melón, patilla y el pepino para la olla nacía solo. El frijol, el maíz, eran cultivos cuarentenos, o sea en cuarenta días, ya estábamos cosechando. Teníamos frijol para todo el año. El maíz venía de Machango (Estado Zulia), mi padre hacía trueque, maíz por cecinas de chivo, era carne salada seca al sol. Conocido por nosotros y nuestros antepasados, las sequías y de siempre, han causado graves daños a las actividades agrícolas y pecuarias. El uso en mi país de los términos “verano” e “invierno” para referirse a la época de sequía y a la de lluvias respectivamente, proviene de los inicios del proceso colonial. Se especula, por no decir otra cosa, que la

Destino de un niño negro (IX)

Conozcamos el paisaje, primeramente la ubicación del área de pastoreo, estaba ubicada hacia el sector conocido como el Patillal (el Cebollal) buscando hacia lo que es hoy la carretera Falcón-Zulia, una sabana que resistía la época de sequía o sea el verano prolongado; la vegetación, las especies vegetales más comunes en el área eran las siguientes: Orégano, Cardón de dato, Cardón de lefaria o breva, Buche, Cují, Dividive, Semeruco, Sividigua, Supí, Tuna, Vera, Yabo y Úbeda. La precipitación (lluvia) para aquel momento no se conocían registros, cuando llovía, caía bastante agua y desaparecía de inmediato dada la pendiente se la llevaba al mar; pero había veranos que podían durar de 3 a 5 años sin caer una gota de agua. El cardón de dato, una vez al año producía un fruto, de unos 5 cm de diámetro, de pulpa roja o blanca, comestible, espinoso. El cardón de lefaria, conocido por nosotros como breva por su parecido, producía un fruto liso, de pulpa blanca, comestible. Cuando andábamos en el

Destino de un niño negro (VIII)

Había pasado varias vacaciones escolares en el mes de julio-agosto en Punto Fijo con mis padres y hermanos. Allí logre hacerme amigo de mi hermano Domingo (hoy difunto), amistad que duro hasta su muerte y hoy todavía lo recuerdo. Pero voy a detenerme aquí, en mi narración, para que conozcan a mi padre, se llamaba José del Carmen (José) y mi mamá Dolores (Lola), y mis hermanos, yo era el mayor, después venía Domingo, Fidel (hoy difunto), Sergio, Argenis, Pastora, Omar y Carmelo. Mi padre tenía que atender su negocio en Punto Fijo, pero también tenía que atender el Hato con sus chivos, que se llamaba “El Calo”; de allí sacaban los animales para la venta y otros los compraba en fincas (hatos) vecinas. No solamente llevaba chivos, también ovejos y cochinos (cerdos). En las vacaciones de julio-agosto, prácticamente dos meses, nos trasladaba a mí y a mi hermano Domingo a cuidar los animales, papá nos llevaba bastimento (comida) para una semana; y el maíz para la arepa se lo llevábamos a la s