Diccionario Inconexo: Socialismo

Dado el desconocimiento que muchos hoy, parecen tener sobre las diferentes corrientes socialistas, es que nos atrevimos a compartir con ustedes, algunas definiciones que sobre la materia existe desde tiempos inmemorables. No pretendemos reconstruir la historia, solo nos preocupa si, que un 33% de la población venezolana crea en algo que no conoce, estamos equivocando conceptos, luego será difícil predecir que va a pasar. Cada quien, a motus propio, debe investigar y adentrarse en las teorías, que en muchos casos fracasaron. No nos podemos conformar con los panfletos o boletines que nos reparten, tenemos que profundizar. Eh aquí pues, la revisión que hemos hecho sobre este tema en particular:
Socialismo: Pío XI lo definió con una frase lapidaria, cuando dijo, refiriéndose al socialismo educador: “el padre de este socialismo educador es el liberalismo; y su heredero, el bolcheviquismo”. No hay concepto más vago y ambiguo que el de socialismo. Sus orígenes son antiguos y complejos; su desarrollo ha dado lugar a tendencias muy variadas; su expansión en diferentes países, en que la idea se mezcla con elementos nacionales, le ha impreso formas divergentes.
Socialismo: Sistema de organización social que supone derivados de la colectividad los derechos individuales, extremando la preponderancia al interés colectivo sobre el individual.
Socialismo: Sistema de organización social que supone derivados de la colectividad los derechos individuales, y atribuye al Estado absoluta potestad de ordenar las condiciones de la vida civil, económica y política, extremando la preponderancia del interés colectivo sobre el particular.
Socialismo Utópico: Utopía significa quimera, ilusión. Lo utópico es lo que se sueña y, en su calidad de sueño, es no sólo irreal sino también un tanto irrealizable. Pero hay algo que asigna su especial condición “utópica” al socialismo de ese nombre, y es que éste se limita a delinear la imagen de un mundo perfecto, sin determinar con precisión los procedimientos que, en la práctica, habrán de materializarlo. El socialismo utópico deposita una fe excesiva e ingenua – bellamente ingenua – en el simple deseo de progreso y renovación del hombre. Fe quimérica, puesto que el hombre no solamente está movido por sentimientos altruistas, sino por intereses materiales profundamente egoístas con los que es necesario contar. Y aquel individuo a cuyas expensas se produciría la reforma – el poseedor que dejaría de serlo – es renuente a aceptarla, prefiriendo aferrarse al estado de cosas que le asegura el disfrute de sus privilegios. Creer, de principio, que ese hombre pudiera ser persuadido de renunciar sin lucha a lo que considera suyo y ama como suyo para formar en cambio un mundo perfecto en beneficio de los demás es lo que imprime el sello de la utopía en el socialismo utópico.
En su Manifiesto comunista de 1848, Marx habla con desdén de estas corrientes socialistas, que llama utópicas, en oposición al socialismo científico del que él es autor. Este socialismo premarxista presenta los caracteres siguientes: 1.- promete una especie de paraíso terrestre, de redención social terrestre; es una escatología social y terrena; 2.- apela a principios morales de valor absoluto: el socialismo se presenta como una demanda de justicia y como una obligación de conciencia; 3.- este socialismo no es una organización pujante, sino una tendencia que se manifiesta en los individuos o en las agrupaciones pequeñas, contra el orden reinante y, con frecuencia, también contra las iglesias y las confesiones existentes.
Socialismo Marxista: Al elaborar el socialismo científico, Marx (1817-1883) quiso imprimir a las tendencias colectivas anteriores una expresión doctrinal más firme y ultimar al mismo tiempo el dispositivo de la lucha contra el capitalismo, cuyo desarrollo describe y cuyo fin ineluctable y próximo prevé. De hecho, el marxismo logró infundir al socialismo durante el último cuarto del siglo XIX la unidad en el orden de la doctrina y de la organización. La exégesis de Marx continúa alimentando discusiones interminables en las que aquí no nos podemos detener.
Socialismo Reformista: En sus comienzos, el socialismo reformista fue ante todo una crítica negativa del marxismo; progresivamente fue elaborando un programa positivo de realizaciones a favor de la clase obrera. Cuando el marxismo esperaba y preparaba una revolución que pusiera fin a la explotación capitalista, el reformismo perseguía mejoras inmediatas del sistema existente, en especial, una mayor participación del trabajo en las riquezas producidas y la transformación progresiva del régimen capitalista en régimen colectivista. Además de las teorías marxistas, el socialismo reformista critica asimismo la táctica marxista: el espíritu revolucionario se transforma en Realpolitik; en lugar de esperar la abolición radical y brusca del capitalismo, intenta reformarlo gradualmente.
Socialismo Planista: Este socialismo planista, abre una tercera fase, después de la acción revolucionaria y la del reformismo. El planismo, en lugar de reformas fragmentarias dentro del capitalismo, tiende a reformar la estructura del capitalismo: el Estado tomará bajo su intervención, mediante comisarios nombrados por él, las palancas de la vida económica (finanzas y bancos y la gran industria dirigida por ellos); este sector será, pues, nacionalizado. A su lado seguirá existiendo el sector capitalista privado; todas las profesiones en las que el trabajo y la propiedad se hallan todavía reunidas como las pequeñas empresas, los oficios, el comercio al por menor y la agricultura. En resumidas cuentas, el socialismo planista se reduce a una especie de economía mixta o dirigismo de Estado, en el que la dirección de la vida económica o, al menos, de sus ramas principales, está confiada a los representantes del poder ejecutivo, bajo la intervención del poder legislativo: una economía dirigida en un Estado democrático y parlamentario.
Socialismo Cultural: Esta expresión, totalmente vaga, conoció un período de apogeo, sobre todo en Alemania entre los años 1920.1930. Para sus partidarios, el socialismo no es solamente una doctrina económica y social que transformará las estructuras de la sociedad; es una concepción de vida que sobrepasa con mucho la concepción capitalista, puesto que proclama como regla suprema de vida el servicio de la comunidad. El representante más célebre de esta tendencia es, sin duda, H. de Man: él ha refundido el socialismo, le ha dado nuevos fundamentos psicológicos y éticos. Para el, el socialismo, es un postulado y un imperativo de conciencia. El socialismo es el ideal de la justicia: como tal es una fuente de fuerzas y de energías morales. Este socialismo no impone únicamente exigencias a los otros, sino que comienza por imponerlas a sus adeptos.
Socialismo Pedagógico: Este movimiento tiende a imbuir en los niños y jóvenes el espíritu socialista y a habituarlos a sacrificar sus intereses personales al interés común. Organizan “Repúblicas de niños”, es decir, colonias de verano en las que los niños y los jóvenes deben llevar una existencia socialista, gobernándose por sí mismos democráticamente. El socialismo pedagógico no es sino la aplicación del socialismo cultural en el dominio de la educación y tiene, por tanto, los mismos principios.
Socialismo Religioso: Antes de 1914 hubo ya en varios países pequeñas agrupaciones de “socialistas religiosos”. Pretendían que la oposición entre socialismo y religión descansaba en un equívoco y que existía, por el contrario, una gran afinidad entre los dos. En efecto, el socialismo es una aspiración hacia un mundo de justicia y de caridad; tiende a instaurar el reino de Dios sobre la tierra; es la voz de Dios dirigida a nuestro tiempo. Por otro lado, una religión verdadera y un auténtico cristianismo, ¿no deben erguirse contra el desorden capitalista y aliarse con un movimiento que, como el movimiento socialista, persigue el triunfo de la justicia en la vida social?
Socialismo Cristiano: Los “socialistas cristianos”, los que se así aceptaron esta denominación, primero con una cierta reserva y luego con orgullo: fueron los reformadores católicos que, siguiendo las huellas de Saint-Simon y de Fourier, quisieron abolir el capitalismo, o sea, la separación del capital y el trabajo, e instaurar un orden comunitario o socialista, por la reunión del capital y del trabajo. El más grande de ellos es, sin duda alguna, Philippe-Joseph-Benjamín Buchez (1796-1865). Todos estos católicos aceptaron con entusiasmo el régimen republicano y los principios de la Revolución francesa, en los que vieron una aplicación del Evangelio: “La Revolución francesa es la última consecuencia y la más avanzada de la civilización moderna, y la civilización moderna salió toda entera del Evangelio”, escribe Buchez en la introducción de su monumental obra en 40 volúmenes: L´histoire parlementaire de la Révolution francaise (1833-1838).
Socialismo Personalista: Sobre todo después de la segunda guerra mundial, se habla del socialismo personalista, que, como otras muchas formas de personalismo, acentúa el valor y la dignidad de la persona humana, cuando los otros socialismos hacen hincapié en la sociedad o comunidad. Esta modificación se explica fácilmente: en primer lugar, como reacción a la mística antihumana del comunismo y de otras ideologías totalitarias, y contra la presión de la vida social actual, que tiende a hogar los valores personales. Por otra parte, este socialismo personalista se explica por la influencia de las corrientes ideológicas modernas que colocan a la persona humana en el centro de sus preocupaciones, especialmente el existencialismo. Este personalismo es más bien una tendencia, que una doctrina bien definida.
¿Socialismo Militar? Creemos oportuno citar una declaración hecha por el General Juan Velasco Alvarado en julio de 1969, después de más de nueve meses de gobierno: “Esta no es una revolución marxista; por lo tanto, no vamos hacia una sociedad de corte comunista. Pero, como ha sido abundantemente demostrado, no vamos a mantener el status quo tradicional. Por el contrario, vamos a modificarlo – y lo estamos modificando – probablemente. Esta, es una revolución nacionalista que, sin caer en planteamientos exóticos a nuestra realidad, se propone firmemente alterar el ordenamiento socio-económico peruano, en forma radical; porque, sólo de esta manera, el Perú podrá superar con rapidez, su actual estado de subdesarrollo.
Socialismo Ecológico: Un socialismo verdaderamente satisfactorio aún no ha podido nunca establecerse y durar, a pesar de las efímeras tentativas, Cuba es hoy una dictadura. La Habana no tiene, y es preciso tener el valor de afirmarlo como decía René Dumont, derecho a atribuirse esta denominación, que expresa la más noble esperanza del hombre. La búsqueda de una sociedad capaz de defender a los que aún no han nacido, las generaciones futuras, y asegurar una supervivencia prolongada para la humanidad, no pasa, sin embargo, forzosamente por una revolución violenta, imposible contra los que poseen las armas modernas. Sólo los ejércitos pueden tomar el poder; habrá pues, que convencerles. Nadie conoce el futuro, y los terroristas atómicos del hambre pronto nos obligarán a reflexionar.
La ecología socialista va pues mucho más lejos que todos los programas comunes de la derecha e incluso que los de la izquierda. Se sitúa muy lejos a la izquierda de la izquierda, en un enfoque totalmente nuevo. Por lo tanto, no es apolítica, ya que ante todo es anticapitalista. Exige mucho más de nosotros, una revolución interna de nuestras concepciones, de nuestra mentalidad, de nuestras relaciones. Nos obliga a intentar ser más, no a tener más. Sólo una ecología socialista… puede permitirnos sobrevivir. Hace falta que la construyamos paso a paso, lo cual no será una tarea fácil. Pero eso también requiere vuestra comprensión, y luego vuestra participación.
Preguntas para reflexionar: Si el socialismo no llega a superar la política de inmediatos intereses para sus afiliados, entrará en el camino del liberalismo para hundirse, por falta de idealismo, en un pragmatismo utilitario. También los socialistas, con el deseo de renovar la inspiración de su movimiento, se ha dado cuenta de la necesidad de buscar para el ideal socialista nuevos cimientos doctrinales. Les es necesario reavivar los ideales socialistas. Pero, de buen principio, ¿Tiene el socialismo o ha de tener una doctrina propia y definida en sus grandes líneas? ¿No es quizás un movimiento, una inspiración, un “socialismo de corazón”, o un “socialismo sin dogmas”, como suponen algunos? Si el socialismo quiere expresarse en una doctrina, ¿se limitará tal doctrina a los problemas de la vida social? ¿O es solamente una concepción de vida que abarca todos los aspectos de la vida humana y da así una respuesta a los problemas metafísicos de la vida? ¿El socialismo está y debe permanecer unido al marxismo? ¿En qué medida puede desprenderse y superarlo?
Mientras hay quien no concibe otro socialismo que el socialismo marxista, hay también algunos que no ven en el marxismo sino un estadio del socialismo, superado ahora por la propia evolución del capitalismo, y que predican un socialismo que sería la expresión de un humanismo social y de libertades democráticas. Si el socialismo quiere ser una concepción total de la vida, ¿Cuáles son sus respuestas a los importantes problemas de la vida: el destino del hombre, las relaciones entre el hombre y la sociedad, sus relaciones con el infinito? Y sus contestaciones, ¿Están o no están conformes con la concepción religiosa y cristiana de la vida?
Literatura consultada: Los textos que se consultaron para extraer de ellos las definiciones antes mencionadas, se encuentran en mí biblioteca personal hace un montón de años, con el respeto y la admiración para estos autores que escribieron esto, hoy la necesidad de divulgar estos conocimientos nos ha llevado a revisar con detenimiento su contenido. Entre los más destacados están: 1.- C. Van Gestel. La Doctrina Social de la Iglesia. Editorial Herder. Sección de Ciencias Sociales. Volumen 38. Barcelona. 1964. 2.- Walter Montenegro. Introducción a las doctrinas político-económicas. Editorial Fondo de Cultura Económica. Breviarios. Segunda edición colombiana. Bogotá. 1980. 3.- Juan Aguilar Derpich. ¿Socialismo Militar? Editorial Fuentes. Caracas. 1972. 4,- René Dumont. Ecología Socialista. Ediciones Martínez Roca, S.A. Barcelona. 1980. 5.- Sopena. Nuevo Diccionario Ilustrado de la Lengua Española. Editorial Ramón Sopena, S.A. Barcelona.1975.
¡quiéranse!

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Memorias de un Migrante venezolano (2)

Memorias de un Extensionista (11)

Aquellos Años (2015-2019) … Soy migrante en tierras quiteñas, cerquita del “Cielo”