Aquellos Años (2015-2020) … Soy migrante en tierras quiteñas, cerquita del “Cielo”
Soy Afrodescendiente
¡Y no lo Sabía!
Remolino de Nostalgias
¡Añoranzas (5)!
Ah sí, la de la foto es mi madre biológica,
se llamaba Secundina Dolores Robles Guillermo (1912-1985) y la
familia le decía “Lola”. Mi madre, una negra afro descendiente, oriunda de la
comunidad de Uría, cerca de Curimagua y mi padre un catire (rubio) descendiente
de españoles, ojos verdes, que mezcla Dios mío. Mi padre se llamaba José del
Carmen García Quiñones (1897-1988), sus amigos y la familia le llamaba
“Chécame”. Mis padres eran campesinos, humildes y para completar pobres. Mi
padre criador de cabras y mi madre artesana.
Doña Lola, tenía una familia prolifera, les
cuento, Benigna (1939-1939), Camilo José (1941), Domingo Antonio (1942-1993),
Leoncito (1944-1945), Fidel Ramón (1946-2010), Sergio José (1948), Argenis
Ramón (1949), Pastora de Jesús (1951-2019), Cruz Alejandro (1952), Omar Esteban
(1954) y Carmelo Segundo García Robles (1956).
Un detalle, que me olvidaba y que recuerdo
ahora, “Maquecha” mi abuela materna, cuyo nombre era Deumicrecia Guillermo
Neuro, tuvo un hijo antes del matrimonio que yo no conocí, llamado José
Guillermo, casado con Amada Martínez de Guillermo, oriunda de Colombia, de las
cuales nacieron mis primas Josefina, María Teresa y Carmen Susana.
Mi mamá Lola, tenía otro hermano Llamado I.
Robles Guillermo (tío Mante), su primera esposa murió, llamada Emilia Ocando y
dejo una prole, entre ellos mis primos Ana Pastora, Rolando (+), Alberto, Emilia
María, Marola, Carlos (+), Rosalía (+) y Henry. De su segundo matrimonio,
casado con Lourdes Suárez, tuvo tres hijos: Celina, Adrián y Rosamel. Anterior
a sus matrimonios, tío Mante tuvo un hijo que se llamó Anselmo.
Mi mamá Lola, también tuvo una hermana, la
tía Adriana, soltera, hoy difunta.
En la familia de mi padre había racismo, a mi
madre no la querían porque era negra. Cuando yo nací, mi abuela paterna que el
menor de sus hijos se había ido para el cuartel (la colimba), quedo muy triste
y abatida, al conocerme se enamoró de mí y dijo, este negrito es mío. Y así
fue. El vivir en una familia donde todos eran blancos y catires, niño al fin,
yo creía que yo era blanco, nunca me había fijado en mi color.
Pero un día, sucedió lo inesperado, regresaba
yo del colegio por la tarde, en mi casa había visitas, al entrar yo salude,
buenas tardes con su permiso, y de repente escucho que una de las señoras que
estaba presente, exclamó, ¡y ese negrito quien es! Es el hijo de José del
Carmen, no puede ser, respondió la señora, si José del Carmen es Catire, como
va a tener hijos negros. Aquellas palabras me marcaron para siempre. Aquello,
para mí fue fulminante, allí comencé a sentirme mal, hasta lo reflejaba en el
Colegio. Un día el padre Bergamín, me llamo y me dice, que te está sucediendo.
No me atrevía a contarle, pero como buen psicólogo, supo sacarme esa amargura
que hasta ese momento tenía. Pero fue que, en el Colegio, anteriormente, tuve
un maestro italiano, racista y me saco del equipo de futbol para meter a un
españolito blanco, que no jugaba lo que exigía el equipo, tiempo después volví
al campo, pero con esa cosa por dentro, la discriminación por el color. Me
imagino que te preguntarás ¿Cómo puede ser esto posible?
A estas alturas de mi vida, recuerdo aquellos
años finales de los 40 y comienzos de los 50, puntos de vista que me parecen
obsoletos, ridículos y estúpidos, creo que nunca se debieron hablar, pues al
final lo que cuenta es que somos seres vivos que tenemos una historia.
Ya en la Universidad, como
docente/investigador, tuve la oportunidad de coordinar el “Proyecto Agroforestal de la Sierra Falconiana” (1966-1999), me toco
reencontrarme con mis raíces por el lado de mi madre. Mi abuela materna
Deumicrecia Guillermo, fue maestra en Uría, y era descendiente de esos negros
que poblaban la Sierra comenzando desde la Negrita. De los Guillermo, conocí a
la hermana de mi abuela materna, la llamábamos “Madrina Luisa”. También conocí
al hermano de mi abuela llamado Jeremías Guillermo, fue fiscal del Ministerio
Público durante siete años. A mi abuela nosotros la llamábamos “Maquecha”
cariñosamente. Mi abuelo materno, se llamaba Cruz Robles, nunca lo conocí, mi
madre me contaba que cuando yo nací, el vino a conocerme, después desapareció,
cuentan que se fue para los Andes y nunca volvió. Maquecha tenía una hermana
que vivía en Maracaibo que se llamó Josefita y le decían “Fita”, dejo una hija
de nombre Olivia y sus descendientes. Nunca llegue a conocerlas.
Me toco trajinar por esos bellos poblados,
San Diego, Ojo de Agua, Los Patiecitos, San Juan de Ulúa, Macanillas y esas
Cumbres de Uría. Todas estas bellezas naturales se encuentran en el Municipio
Petit. En San Diego, conocí a Margarita que había jugado muñecas con mi mamá,
logré una empatía muy bonita con ella y cada vez que podía la iba a visitar,
vivía en un cerro bastante empinado, tenía un pequeño negocio y allí vendía
“Cocuy Pecayero”, aprendí a catar el buen cocuy.
Estando en Macanillas con el apoyo financiero
del Instituto Agrario Nacional (IAN)
y del Grupo de Extensionistas Rurales UNEFM-2000 se realizó un trabajo de
investigación que tenía como propósito diseñar una "Propuesta de Adecuación de la Escuela Básica a la Realidad del Sector
Agrícola de la Parroquia Curimagua,
Municipio Petit, del Estado Falcón", la cual consiste en un modelo
operativo viable en la búsqueda de una solución a un problema de tipo práctico,
para satisfacer las necesidades de la escuela rural y su entorno inmediato. En
le escuela Rural de Macanillas, nos reuníamos todos los miércoles, un día llegó
a nuestras reuniones Juan Ramón Lugo, hombre que me impactó por su conocimiento
sobre los “afrodescendientes
de la sierra falconiana”, en el coloquio que sostuvimos,
nos manifestó que estaba escribiendo un libro sobre los “afrodescendientes de la
sierra”, aquellas tertulias fueron interesantes, no sé hasta el día de
hoy, si su libro fue o no publicado. Lo acompañaba siempre la profesora Fulvia
Polanco.
Aquellas conversaciones, me llamaron
poderosamente la atención, y, comencé a preguntarme, ¿Soy afrodescendiente?
Yo, creo que sí, la historia es uno de los elementos más importantes de los
pueblos. Conocer la historia local, tú identidad. Esa historia captada a través
de la oralidad, de los pueblos, caseríos y comunidades rurales de Falcón, es
uno de los elementos más importantes para crear ese sentido de identidad. Hoy,
puedo decir, soy “Afrodescendiente” por mi lado materno, por un lado, los
Robles y por el otro los Guillermo.
Quiero agradecer, a las maestras de la “Escuela Rural Macanillas”,
que, para el momento de la ejecución del proyecto, participaron activamente,
son: Ana Sánchez y Luz Marina Rodríguez. Agradecer también a los miembros de
las comunidades, que participaron como coordinadores, son ellas: Elsa de Ortega
(San Diego), Marbella de Chirinos (Ojo de Agua), Petra de Chirinos (Los
Patiecitos) y Morelis Chirino (San Vicente-San Juan de Ulúa).
Un profundo agradecimiento, a las
“Demostradoras del Hogar”, pertenecientes al Ministerio de Agricultura y Cría
(MAC) para la época, son ellas: Gloria Belén Castro, Nelly Márquez y Gladys
Marquina.
Mi reconocimiento a Digna Zárraga B. técnico del
Instituto Agrario Nacional (IAN). Un reconocimiento muy merecido para la
Ing. Agr. Marta Vargas, mi asistente en el proyecto.
¡Una migaja final…!
¿Qué significa ser afrodescendiente desde una perspectiva
étnico-racial?
En el marco de los encuentros regionales
preparatorios de la III Conferencia Mundial Contra el Racismo, la
Discriminación Racial, la Xenofobia y Otras Formas de Intolerancia, en el año
2000 se celebró la Conferencia Regional Preparatoria de las Américas en
Santiago de Chile, donde surgió el término afrodescendiente, que
finalmente fue legitimado por la comunidad internacional en Durban, en 2001.
“De acuerdo con las Conferencias de Santiago
de Chile y Durban, el término afrodescendiente refiere a la población
descendiente de africanas y africanos víctimas de la trata transatlántica y la
esclavitud, traídos forzosamente a América durante el período colonial,
víctimas históricas del racismo, la discriminación racial, la marginación, la
pobreza, la exclusión y la consecuente negación reiterada de sus derechos
humanos”.
Diferente origen tuvo el término negra o
negro, categoría surgida como el lado visible que sustentó la idea de raza
creada por la colonialidad del poder eurocéntrico.
Si bien en todas las épocas los seres humanos
tuvieron colores de piel diferentes (ya que las características fenotípicas
como color de piel y de ojos, tipo de nariz, cabello y estatura son
adaptaciones fisiológicas a determinados medioambientes, desarrollados por los
homínidos durante la evolución humana), la categorización de las personas como
negras y blancas no existía antes de la captura y la trata transatlántica de
africanas y africanos llevados forzosamente a América.
La identidad de negra o negro surgió para
justificar la dominación de las poblaciones africanas y afrodescendientes,
que fueron consideradas biológicamente inferiores, de modo que el concepto de
raza, desarrollado por las ciencias naturales para clasificar especies
vegetales y animales, fue tomado por las ciencias sociales para clasificar
grupos humanos y legitimar las relaciones de dominación impuestas por la
conquista (Munanga, 2003), avaladas por el conocimiento científico de la época
y la Iglesia Católica. Aquí les dejo el LINK página 22 por si quieres ahondar en
el tema.
¡Citas celebres…!
“Ser afro significa tener parte de un legado
universal que debe ser conocido, transmitido, divulgado, respetado… por ser
diferente y a la vez único” (Alfredo Vanín).
Blog Página 12
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