Momentos Hermosos en la Vida de Policarpo (I)

Otro de las personas que se formo como promotor en los cursos-talleres que dictamos, fue Policarpo, así se llama esta persona que ahora es mí amigo y que nos contagia con su sentimiento y su verbo, y quise compartirlo con mis amigos invisibles. Comienza su relato de esta forma…”Cuando nosotros tenemos esos episodios donde el corazón se agudiza y se sensibiliza, aprendemos como lo dijo nuestro señor Jesucristo, amaos los unos a los otros. Yo en lo personal he tenido muchos espacios donde la felicidad me ha sonreído porque gracias a Dios no es necesario tener dinero, ni profesión u posición social para ser feliz en esta vida y por muy pobre o analfabeta que seas puedes disfrutar de estos momentos, donde Dios nos bendice y la vida se llena de gracia y amor para desear parar el reloj y el tiempo. Recuerdo en mí escasa pero precisa memoria vi reunidos a toda mí familia y amigos celebrando los 80 años de mí madre, fue tan hermosa esa noche que no quería que pasase el tiempo porque aunque derrochamos en comida, regalos y bebidas todo se lo merecía esa mujer de hombros cansados por el tiempo de trabajo, y que el sol y la lluvia marcaban en su rostro, el color trigueño y sus ojos tristes color caramelo, reflejaban un amor tan grande y hermoso que al mirarla y recordarla, aquella mujer que se convertía en abuela y madre, donde repartía los besos y los abrazos y nos sentíamos protegidos y aun nos motiva nos invita a seguir luchando por la vida sin desmayar y sin quejarse; así nos enseño mi vieja Roma, aquella que molía latas inmensas de maíz pelao, para la familia y para la manutención de los cortadores de caña del trapiche de mi padre, era un verdadero sacrificio de estas valientes mujeres que asumían para mantenernos y se ponía de rodillas como clamando a Dios cambiara su suerte y con movimientos para delante y para atrás, trituraban en la piedra hueca el diente de maíz con la llamada piedra de masa que servía para darle le textura a la arepa suave, que deleitaba al campesino trabajador que combinaba la negra caraota con la tumba budare de mí madre, para saciar el hambre causado por el fuerte e inclemente trabajo, eran momentos hermosos porque aunque trabajábamos, muchos la teníamos al frente dando ordenes de madre sonriente.
Que recuerdos pasan por mí mente hoy cuando rebusco en los rincones de mí mente para estampar los recuerdos en las letras y en los verbos y que te obligan a mirar atrás y ver el transcurrir del tiempo, dejando huellas que relatan el sacrificio nuestro que nos maltrata y obliga a seguir viviendo, alcanzando las metas que te estas proponiendo y cuando llegas al destino, te espera otro acontecimiento y sigues caminando firme hasta donde te propones firmemente”. Como ven el relato de un alumno que tenía que hacer la tarea que se le había encomendado, no quise que estos papeles quedaran en una carpeta y ya, sino dar a conocer el trabajo de una persona que siempre nos decía, yo estudié hasta sexto grado, sexto grado antes era un bachillerato hoy y un poquito más, siempre le decía tienes el verbo de un poeta, lo que veía u observaba lo traducía inmediatamente en unas hojas de papel con una prosa muy de él. Vamos a continuar leyendo los momentos hermosos en la vida de Policarpo…”Me llevo hasta el firmamento al estar en la convención de los cursillos de cristiandad, celebrados en Monsensol Caracas era tan grande la emoción que parecía que vivía en otra galaxia u otro planeta, otro tiempo, nos sentíamos tan hermanos que transfigurados los veía, en nuestros corazones no existía ni una pizca de egoísmo, pero sí había fantasía que nos hacía soñar con nuevos tiempos que con amor y trabajo se convertiría en un amanecer donde viviría sin la angustia del pecado que movía en busca de paz y armonía para nosotros”. En esos momentos de inspiración nos contó desde su rincón serrano, cuando se enamoro de Haydee, ella blanca y espumosa como la leche de cabra, pedregalera al fin, en la familia no lo querían porque era negro y a escondidas se veían, lucho hasta que logro llevar al altar a la mujer de sus sueños. Pero dejemos que sea el propio Policarpo que nos cuente esta parte de la historia de su vida…”Otro momento grato para mí fue conseguir la compañera de mis sueños, la dueña de mis besos y mis pensamientos, mis esperanzas, que me alegraron la vida y los acontecimientos porque fue como un sueño lento, que desperté en su regazo durmiendo, pero que dulce despertar fue ese que no lo he podido olvidar por años ni meses, y sigo atrapado en la red inmensa de su amor que no quiero escapar nunca de sus brazos, porque soy feliz a cada paso y decidí casarme para concretar la felicidad por más espacios. Y fue tan grande la experiencia que la recuerdo cada día en cada tiempo; ella vestía de blanco radiante que se combinaba con su natural belleza y por un momento dude estar allí, tanta grandeza que me pellizque para sentirme, feliz ante el altar y mi alma y mi corazón danzan de emoción, que nuestros corazones se confunden el latir apresurado, se quieren salir de nuestro seno, para bailar al ritmo del te quiero. Ya pasado los años y los meses contamos los veintitrés años de sacrificio y de amor compartidos, pero con dos frutos de la semilla de la pasión y el amor, de hermosos niños grandes que nos motivan a seguir viviendo, para labrarles un camino llano sin estorbos y que se sientan amados por siempre y que serán nuestros niños todo el tiempo. La sierra falconiana ha dado escritores y poetas de reconocida trayectoria, pero en Policarpo vemos que en cada parroquiano hay un ser que siente y que es capaz de llevar al tintero la emoción de lo vivido, compartir con amigos y extraños y dejar para la historia vivencias y experiencias como la que hoy narramos. ¡quiéranse!

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