Destino de un niño negro (VII)
Mis padres biológicos se habían mudado a Punto Fijo en la Península de Paraguaná, mi papá era comerciante, tenía varias casas y varios negocios, abasto, tienda de ropa, carnicería y una venta de licores. Mi madre hacía comida para los que trabajaban en las compañías petroleras, era el momento del fenómeno petrolero. La responsabilidad de este fenómeno debe atribuirse, en primer lugar, a la influencia directa que desde el primer momento tuvo sobre la población total de la Península de Paraguaná el desarrollo de las actividades petroleras ya que fueron, naturalmente, los contingentes humanos del distrito Falcón los primeros en aportar la fuerza de trabajo no calificada necesaria en los centros petroleros. En la Península de Paraguaná operaban las refinerías de la compañía CREOLE de Venezuela, ubicada en Amuay, y de la compañía SHELL de Venezuela, ubicada en Punta Cardón. También operaba la MENE GRANDE OIL Co. Aunque solamente a efectos de almacenaje, estando instalados los tanques en el municipio Carirubana. Las operaciones de refinación en la Península de Paraguaná comenzaron en el año 1948 pero desde bastante antes comenzó la construcción de las instalaciones correspondientes. Allí, estaban mis padres, con sus negocios, haciendo comida, ayudando al desarrollo un tanto violento, con la aparición de centros de trabajo capaces de absorber importantes contingentes humanos y que ofrecían jornales muy superiores a los conocidos hasta entonces en la región. Se abandonaron las actividades agrícolas, esto tuvo repercusión en la sierra falconiana, hasta ese momento productora importante de alimentos. Mi madre, recuerdo yo, tenía una persona que le ayudaba en la cocina, se llamaba Paula. Por el pequeño restaurant desfilaban día a día un centenar de personas, era económico y la comida suficiente. La venta de licores la atendía un compadre de mi papá; un día le pidió permiso para ir a Maracaibo a visitar unos familiares, y nunca regreso. A los quince días, los acreedores, los que se les debía el licor y otras cosas venían a cobrar, el compadre le había dicho a mi progenitor que él había pagado todo, era mentira, habían estafado al pobre viejo. La deuda era muy grande. Mi padre para cancelar vendió todo, menos las casas y se vino para Coro. Lo que le quedo fue su camioneta, una Ford Pick Up F3, nosotros la llamábamos la chencha, allí aprendí a manejar. En la chencha transportaba chivos, que una vez faenados, vendía en el mercado a orillas de la playa en Carirubana. Se vino para Coro, se trajo a mi mamá y a mis ocho hermanos, a vivir en una casa que era de mi abuelo que estaba al lado de la de ellos, donde yo vivía, en la calle Federación.
Comentarios
Buscando cosas acerca de Pablo Anchoa, encontré tu blog
Yo tenia hasta hace unos cuantos años, la partitura completa de "Pablo Anchoa" y recuerdo algunas estrofas del canto, de la zazuela representada en un colegio salediano de Paraguay, en 1954...
Hoy solo tengo recuerdos.
Te pido que, si tienes pposibilidades de conseguir la partirura o alguna grabacion me las hagas llegar. Celebramos 110 años del Colegio y me gustaría propiciar una reprise de esa obra.
desde ya, mis saludos y mi afecto en nuestro comun padre Don Bosco.
Jose maria Troche pitotroche@gmail.com