Destino de un niño negro (I)
Dicen que el destino de un niño solo Dios sabe que va ser de él, nací en una ciudad colonial de casas de adobe y bahareque, las calles de tierra, de piedra o en la mayoría de los casos de cemento, con un alumbrado por las noches que parecían tizones (un palo de leña encendido). De padres campesinos, humildes y para completar pobres. Mi madre, una negra afro descendiente y mi padre un catire (rubio) descendiente de españoles, ojos verdes, que mezcla Dios mío. En la familia de mi padre había racismo, a mi madre no la querían porque era negra. Cuando yo nací, mi abuela paterna que el menor de sus hijos se había ido para el cuartel (la colimba), quedo muy triste y abatida, al conocerme se enamoró de mí y dijo, este negrito es mío. Y así fue. Me llevaban todos los días a la casa de mi abuela, a las siete de la mañana salía Diego uno de los criados de mi padre, y a las seis de la tarde me recogían para llevarme de nuevo a casa de mi madre. Solo iba a dormir y al otro día, para casa de mi abuela. Era una orden. Fue pasando el tiempo, crecí y un día me fueron a buscar a las seis de la tarde, y no quise regresar. Me quede para siempre en casa de mi abuela, la que se convertiría en mi madre de allí en adelante. De mi niñez, recuerdos bonitos guarda mi memoria, juguetes tenía por cajas, mi abuela era mi compañera de juego. Mis abuelos tenían una posición acomodada, vivían bien y allí no faltaba nada. Y llego el día que tenía que ir a la escuela, las maestras eran unas tías que eran docentes en la escuela primaria. No me gustaba estudiar o no me habían motivado a hacerlo. Para mí los tres primeros grados fueron traumáticos, no entendía, mi memoria no respondía y nadie me explicaba cómo mejorar aquello. Hasta que llego el día que ingrese al Colegio Salesiano Pio XII en la avenida Miranda de Coro, recuerdo estaba en cuarto grado, el maestro era un aspirante a sacerdote, lo llamaban diacono, se dio cuenta de mis fallas y me llamo a aparte. Tienes problemas, no puedes avanzar así, te propongo que repasemos el primer grado en un mes, segundo y tercero así sucesivamente, o sea, que estaría en cada grado un mes. Pero eso sí, tienes que suspender el recreo de las 4:30 PM a 6:30 PM. A mí me gustaba mucho jugar Futbol, Básquetball (baloncesto) y Voleibol, no me quedo más remedio que aceptar. Terminado el tiempo de repaso, el padre o mejor dicho mi tutor, me dijo, ahora sí, estas en condiciones de entrar a cuarto grado. A partir de allí, en los estudios nadie me detuvo, aprendí a competir y sobresalir. Cómo deportista también, infantil, juvenil y segunda categoría en Futbol como en Básquetball. Hoy cuando escribo esto, recuerdo al Padre Bergamín, fui a su primera misa cantada en el Oratorio San Bosco en la avenida los médanos, le estaré agradecido por siempre, hoy soy profesor universitario y mantengo en mi corazón las enseñanzas de San Juan Bosco, que bellas historias escuche en mi adolescencia sobre él y su obra.
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