Destino de un niño negro (XII)

Las zonas semiáridas presentan como principal factor limitante para el desarrollo de actividades agrícolas, la escasez de humedad. Las lluvias como ya lo he descrito, en estas condiciones son erráticas, concentradas en pocos eventos de alta densidad y poder erosivo, generando grandes volúmenes de escorrentía. La cantidad de humedad aportada por la precipitación en sitio, era insuficiente para el establecimiento de algún cultivo o para mejorar la sabana, produciendo más comida para los animales; mi padre y los campesinos aledaños, recurrían a una práctica heredada de nuestros antepasados, manejo del agua de lluvia y de escorrentía, cuya principal herramienta era las TOROBAS. Las TOROBAS son estructuras construidas con restos de árboles y ramas característicos de la zona (cují, dividive, cardón, etc.) y sirve para confinar: confinar el agua de lluvia caída sobre el conuco o un área de la sabana que se quiere desarrollar; encauzar, retener y distribuir el agua de escorrentía proveniente de zonas adyacentes; y, controlar el proceso erosivo, favoreciendo la deposición de sedimentos en las áreas de cultivo. Se formaban tremendos oreganales, los chivos engordaban, había más producción de leche y en el conuco la humedad duraba más tiempo, la cosecha de frijol muy buena y comida para todo el año. La cabra pastoreaba más allá del límite del Hato. Los ejemplares caprinos que tenía mi padre eran criollos de regular producción lechera, cuando había frescura. Su peso promedio aproximadamente era de 30-35 kgs para la hembra y 45-50 kgs para los machos. De pelaje corto y los colores variaban desde el blanco al negro, pasando por rucio, coloradas, pintadas, leonadas o leonas y hoscas. En general, era un animal bastante rústico. Los corrales situados cerca de la casa, a unos 30 metros de ésta. Eran construidos de “palo a pique”, es decir, tablones de madera de 2,50 metros de largo por 20 cm de ancho, enterrados 30 cm, uno al lado de otro. Cada 2 metros, sobresale una especie de estantillo o botalón donde se colocan cintas de madera en posición horizontal. Los corrales poseían divisiones denominadas “corralejas”, destinadas a albergar las diferentes clases de caprinos y para ordeñar las cabras. Había una corraleja destinada a la maternidad. Al revisar el rebaño, y veíamos que la cabra iba a parir, ésta quedaba encerrada. Esto se hacía antes de que la cabra saliera en la mañana a realizar su acostumbrado pastoreo-ramoneo.

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