Destino de un niño negro (XVI)

Para 1963, ingrese a la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela en Maracay, de mi terruño natal me acompañaron mis tres amigos inseparables a estudiar Ingeniería Agronómica. De inmediato me identifique con el Movimiento Universitario Católico (MUC) al cual ingrese al igual que mis amigos. Yo venía de ser presidente de la Acción Católica del Colegio, estudie con los Salesianos desde 2º grado hasta 3er. año de bachillerato, no había 4º ni 5º año; y presidente de la Acción Católica Parroquial, en ese momento el vicario general de la diócesis de Coro era Monseñor Pedro Da costa Gómez. Al poco tiempo de estar en el MUC, comencé a ocupar cargos directivos, coordinador de grupo, vice-presidente y hasta mi salida Presidente año 1965, donde me iría a otro país por cuestiones de seguridad, mi vida corría peligro. Hoy miro con nostalgia aquellos años de lucha, los comunistas dominaban en la Universidad, eran mayoría e imponían sus criterios incluso utilizando grupos de estudiantes como turbas que agredían sin compasión. Recuerdo a Monseñor Feliciano González Obispo de la diócesis de Maracay, Obispo de los cerros e identificado con los pobres; también de el padre Julián Giannoni asesor del MUC en Maracay y al padre Cardón asesor del MUC en Caracas. La misa se celebraba debajo de un Samán todos los lunes por la tarde, alumnos y profesores identificados con el movimiento asistían a la eucaristía. Voy a tratar de contar que era el MUC y cuál era la labor social que realizábamos en la Universidad. El MUC era Unidad, Formación y Lucha. El movimiento Universitario Católico consciente de su responsabilidad frente a la situación mundial y universitaria de aquel momento lanzaba una consigna y proponía una acción concreta: “Cristo en la Universidad” es la consigna. Y el programa de actuación abarcaba cuatro metas ambiciosas: 1) más almas en Gracia; 2) más Gracia en cada alma; 3) más cristianos en las relaciones humanas; 4) más cristianos en las estructuras sociales y gremiales. Para ello EL MUC te ofrecía y te exigía: a) Apostolado: Formación en la Acción, Campañas de Opinión; b) Vida interior intensa; c) Espíritu cordial, apertura, colaboración, en una palabra: Caridad; d) Inquietud por los problemas de la Iglesia y de la Patria, vivencia social, actuación gremial. El MUC no era para todos, aunque tenía sus puertas abiertas a todos. Su espíritu es incompatible con el egoísmo, el hedonismo y el odio. El motor de su mística era el amor es decir, el sacrificio. La Casa del MUC: Estaba ubicada en la calle principal del Barrio El Milagro, su fachada las paredes pintadas de azul intenso y las columnas, puertas y ventanas de blanco. En su interior, contábamos con una oficina, una pequeña biblioteca, un cuarto donde funcionaba el multígrafo y todo lo que era reproducción de guías para los estudiantes, un patio techado que servía para las reuniones y los ratos de esparcimiento jugando ping pong, también había una habitación donde dormía dos miembros del movimiento responsables de la sede. Muchas veces estuvimos en guardia, había una amenaza que asaltarían la casa del MUC para quemarla. Varias veces dormimos en el techo vigilante por lo que pudiera suceder, no paso de eso, amenazas, después de todo nos hacíamos respetar. En Maracay, vivía en una granja en el Limón, Callejón Acuarius, Quinta Villa Mercedes; allí pagaba por dormir y comer, al cabo de cierto tiempo, pagaba eso con trabajo; dándole de comer a las vacas, recogiendo las Naranjas, Aguacates, manteniendo limpio todo y sobre todo cuidando mis conejos, ya que tenía un criadero. Siempre mantenía presente, “trabaja joven sin cesar trabaja”.

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